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Reseña: «Mon islam, ma liberté» de Kahina Bahloul

Reseña de Ana Belén Soage publicada en El País el 8 de mayo de 2021

 

Kahina Bahloul alcanzó notoriedad pública a principios de 2019, tras fundar en París la mezquita Fátima junto a su colega Faker Korchane. Ambos se turnan para dirigir la oración, con lo que Bahloul pasó a ser conocida como la primera mujer imam de Francia. El objetivo de la nueva mezquita era doble: por una parte, proporcionar un espacio para musulmanes progresistas en el que se mezclasen hombres y mujeres (veladas o no) y los no-musulmanes se sintiesen bienvenidos. Por otra, promover un islam liberal y adaptado a los tiempos, pero anclado en la tradición musulmana: Korchane se define como neo-mutazilí, seguidor de la corriente racionalista que floreció durante la Época Dorada del califato abasí; por su parte, Bahloul está influenciada por el misticismo sufí.

 

Con un objetivo similar, Bahloul ha escrito Mon islam, ma liberté, un libro muy personal en el que mezcla elementos biográficos, históricos y exegéticos para presentarnos su islam. No obstante, la autora insiste en que no se trata de un ejercicio narcisista: con su reflexión, pretende invitar a otros musulmanes a hacer lo mismo para reapropiarse el islam, que considera usurpado por el movimiento islamista. La obra es, en gran medida, un alegato a favor del islam tradicional que vivió durante su infancia en la región argelina rural de Kabilia, a menudo criticado por los islamistas como ignorante o incluso herético por su veneración de los santos sufíes. Bahloul relata que se distanció de su religión cuando llegó a Francia con 24 años, por no identificarse con el islam formalista que se ha vuelto hegemónico. Regresaría tras la muerte de su padre de la mano del sufismo, en particular de los escritos del místico andalusí Ibn Arabi, pero lo que la empujó a la acción fueron los atentados de Daesh en París en noviembre del 2015.

 

A la raíz del problema y de la solución

 

En el primer capítulo de Mon islam, la liberté, El año 1979, Bahloul recuerda que el año de su nacimiento coincidió con la Revolución Islámica en Irán, la prohibición de una obra de Ibn Arabi en Egipto y la toma de rehenes en la Gran Mezquita de La Meca. En su opinión, esos sucesos eran a la vez la expresión de una profunda transformación social en el mundo musulmán, donde el islamismo radical estaba en ascenso, y una reacción a un contexto poscolonial en el que emergía el paradigma neoliberal ejemplificado por Margaret Thatcher, quien ganó ese año sus primeras elecciones. En este contexto se extendió el movimiento islamista, que ha logrado imponerse gracias a los petrodólares y a la intimidación de los que se oponen o, simplemente, expresan desacuerdo con su versión del islam.

 

Bahloul nos recuerda que dentro del islam existe una rica tradición reformista que se remonta a los ‘mutazilíes’ y continuó con filósofos como Al-Farabi y Averroes. Tras un largo periodo de decadencia intelectual, esa tradición fue revivida en la época moderna por figuras como Muhammad Abduh, Muhammad Iqbal y, más recientemente, Nasr Abu Zayd y Mohammed Arkoun. Lamentablemente, hoy en día los reformistas se encuentran marginados en el ambiente social e intelectual creado por el islamismo. Así, Abu Zayd fue obligado a divorciarse de su mujer debido a su pretendida apostasía del islam y se vio abocado al exilio; al igual que Arkoun, rechazado por las instancias académicas y religiosas de su Argelia natal, tachado de «impío» por los islamistas y poco conocido por el público en los países musulmanes.

 

Para nuestra autora, los islamistas son herederos de la tradición hanbalí dentro del islam, que se remonta a Ibn Hanbal, fundador del madhhab (escuela de jurisprudencia) que lleva su nombre, pero cuyos principales exponentes son Ibn Taymiyya y su discípulo Ibn Qayyim al-?awziyya, tan citados por salafistas y yihadistas para justificar sus posiciones y sus acciones. También a la tradición hanbalí pertenecía Muhammad Ibn Abd al-Wahhab, creador del wahabismo saudí. La influencia del pensamiento hanbalí sobre Rashid Rida y, a través de él, sobre Hasan al-Banna y la organización que fundó, los Hermanos Musulmanes, explicaría la rigidez intelectual e intolerancia de los islamistas.

 

Esta explicación parece un poco simplista: las otras tres escuelas de jurisprudencia del islam que sobreviven no parecen mucho mejor adaptadas al mundo moderno que el madhhab hanbalí. De hecho, en otro punto Bahloul denuncia el Código de Familia argelino por condenar a la mujer al estado de minoría de edad de por vida; sin embargo, dicho Código es de inspiración malikí, y la situación legal de la mujer en Argelia es similar a la de otros países que siguen los madhhab-s hanafí y shafií. Otros pensadores como el propio Muhammad Abduh denunciaron a todas las escuelas de jurisprudencia por igual por «cerrar la puerta del ichtihâd»: los ulemas abandonaron el uso del razonamiento independiente y el esfuerzo intelectual personal para derivar nuevas normas de los textos sagrados. El objetivo de tal medida era preservar el islam de la tergiversación, pero condujo a la parálisis.

 

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