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Análisis de «Terror islamista: ¿dónde está Dios?»

ARTÍCULO:

Terror islamista: ¿dónde está Dios?

Michel Wieviorka, La Vanguardia, 9 de diciembre de 2017.

 

ANÁLISIS:

1. Uso de titular estigmatizador y dramático, asociando de forma generalizada el islam, y por extensión a los musulmanes, con el terror, lo que se extiende hasta el último párrafo.

2. El texto comienza así: “Entre las innumerables cuestiones que suscita el terrorismo islamista, hay una que merece una atención muy especial: ¿qué lugar ocupa la religión en esta violencia extrema?”. Veamos cómo el adjetivo “islamista” es usado de forma incorrecta creando una confusión negativa:

Una de las acepciones del término “islamismo” en el diccionario de la Real Academia Española lo identifica con el “islam”. Y de hecho en muchas librerías conocidas encontramos obras sobre el islam en anaqueles con la etiqueta de “islamismo”. Islamista y musulmán o musulmana suelen ser usados incorrectamente como sinónimos.

Hemos denunciado en otros artículos el error común de utilizar el adjetivo “islamista” (relativo al islam político) para calificar una actividad terrorista. Para corregir este tipo de errores recomendamos ver la entrada La sharía y las fetuas de nuestro Glosario sobre el islam.

Termina la frase asociando nuevamente islam y violencia en la pregunta “¿qué lugar ocupa la religión en esta violencia extrema?” a la que contestan personas musulmanas a diario.

3. Prosigue: “El debate está mal planteado cuando los expertos subrayan la mediocridad de los conocimientos religiosos, incluso su desconocimiento del islam, excepto algunas nociones extraídas de una o de un par de suras. Cuando subrayan que, en última instancia, el islamismo sería una utilización abusiva del islam, una adaptación muy alejada de las prescripciones del Corán que no tendría nada de religiosa. Y cuando otros replican que incluso mediocres, fragmentarias, las referencias de los protagonistas no son por ello menos musulmanas, lo que conduce a veces a la idea de que el propio islam se halla en juego, todo él, de forma que el islamismo de los terroristas no es más que una variante radical posibilitada por el propio contenido de los textos sagrados.” En este párrafo se mantiene la errónea asociación del islamismo y el terrorismo y en ninguna parte se aportan datos, fuentes o estadísticas que den credibilidad a las tesis del autor, quien postula que las personas musulmanas que se defienden de la asociación del islam y el terror con datos, fuentes y estadísticas, están equivocadas o pretenden excusar lo inexcusable.

Si la religión islámica está detrás de la violencia, ¿Por qué el 95% de las víctimas de los atentados son musulmanas?

Vemos cómo de nuevo se culpabiliza y “musulmaniza” a verdugos y se olvida o se omite el dato de que, solo en 2017, 9.811 personas asesinadas por Daesh eran musulmanas.

4. A continuación, el autor menciona dos fuentes: “Un punto de partida ­valioso viene dado por el debate que ha opuesto a dos de los mejores espe­cialistas mundiales del islam en su vertiente política, Gilles Kepel y Olivier Roy. Roy ha pedido que se hable no de una “radica­lización del islam sino de la isla­mización de la radi­calidad”, de modo que el análisis parta de las tra­yectorias sociales de los ­actores; ­Kepel, por el contrario, ha defendido que la religión se sitúe en su mismo corazón.”.

Veamos quiénes son “dos de los mejores espe­cialistas mundiales del islam en su vertiente política”:

La primera fuente no enlazada es Gilles Kepel, de quien encontramos lo siguiente:

Efectivamente, una simple búsqueda en Google nos confirma la agenda de este especialista que demoniza al islam a la vez que vende muchos libros contra los que reacciona una gran cantidad de artículos en prensa francesa en los que se denuncia su tendencia islamófoba desde los titulares.

Aunque la segunda fuente (“ha pedido que se hable no de una “radica­lización del islam sino de la isla­mización de la radi­calidad”, de modo que el análisis parta de las tra­yectorias sociales de los ­actores.”) tampoco está enlazada, no encontramos la misma agenda que en la fuente anterior, lo cual resulta interesante para ver con qué rapidez se puede comprobar si un especialista lo es realmente o si, por el contrario, detrás de él hay una agenda o negocio.

La violencia es simplemente política, no un choque de civilizaciones.

En el contenido de esta entrevista:

Oliver Roy: El problema no es el islam.

 

5. En el cuarto párrafo se repite una ausencia de fuentes para afirmar que: “En algunos casos, en efecto, los terroristas han experimentado una socialización primaria, en la familia y en el medio cultural, donde la religión era cuestión central”. De este fragmento se desprende que el terrorismo viene dado por la familia o por la cultura, lo que resulta incomprensible a la vista de los datos victimológicos aportados en la sección dos.

Según los expertos, no se ha encontrado una sola causa o explicación de este fenómeno que sigue siendo un quebradero de cabeza para las autoridades porque el perfil del terrorista no deja de variar. Adjuntamos el último informe anual encargado por el Gobierno británico que intenta encontrar las razones reales del fenómeno para poder atajarlo y que trata las causas en la página 7: “Factores que contribuyen a la radicalización”.

6. Prosigue diciendo “en otros casos, han descubierto el islam de ­modo tardío, a veces incluso aparentemente unas semanas o meses únicamente antes de actuar”, como si ser musulmán fuese una condición sine qua non para cometer un acto terrorista equiparable a la de tener nociones de armas o explosivos.

Las personas conversas al islam por razones espirituales, suelen estudiar y meditar unos cuantos años antes de realizar la conversión.

7. El artículo va acompañado de la imagen de un supuesto terrorista al que solo se le ve un chaleco militar del que cuelgan dos bombas. Recordamos que asociar el islam y al conjunto de los musulmanes con una ideología política o militar es uno de los de los 8 indicadores del Runnymede Trust que pueden consultar en la metodología del Observatorio.

8. El autor continúa: “No obstante, consideremos una dimensión singular del terrorismo islamista: casi siempre, los protagonistas que causan la muerte saben que morirán ellos mismos en y a partir de su acción. La actitud mártir es en este caso indisociable del paso a la acción y del deseo de abandonar esta Tierra.”

Veamos qué dice el Corán sobre “los protagonistas que causan la muerte” o sobre los asesinos en general:

Y lo que dice sobre: “La actitud mártir es en este caso indisociable del paso a la acción y del deseo de abandonar esta Tierra.” O sobre cualquier suicidio:

“En otras experiencias terroristas, era raro el caso de que los protagonistas se suicidaran, que tomaran la decisión de morir.” Acto seguido empieza a explicar que miembros de otros grupos terroristas como el IRA en Irlanda, o la Fracción del Ejército Rojo en Alemania, no se suicidaban, deduciendo que porque no eran musulmanes, aunque luego reconoce que “Por otra parte, violencias extremas que carecen de cariz político pueden revestir el aspecto de un gesto suicida; así es en el caso de los tiroteos en centros educativos y en otras matanzas en Estados Unidos.”. Resaltamos el hecho de que estos últimos terroristas no parecen tener religión según el autor, que solo se la atribuye a los terroristas de Daesh o Al Qaeda como si fuesen los únicos grupos que instrumentalizan una confesión religiosa para matar.

Veamos ejemplos en los que otras confesiones religiosas han sido instrumentalizadas para matar:

El presunto autor del atentado, un «fundamentalista cristiano» cercano a la extrema derecha. (2011)

– Jim David Adkisson, un devoto cristiano derechista y anti-abortista, entró en una iglesia de Knoxville el 27 de julio de 2008, y comenzó a disparar con una escopeta a los niños que estaban cantando. Mató a dos e hirió a siete. Su objetivo era la iglesia debido a sus enseñanzas liberales y su creencia de que todos los liberales deben ser asesinados porque estaban arruinando el país.»

– El Consejo Nacional Socialista de Nagalandia, estado de la India con mayoría cristiana, responsable de actos de violencia contra la minoría animista, a la cual quieren forzar a convertirse al cristianismo. También ha sido acusado de practicar una limpieza étnica con las tribus kuki en Manipur (India) entre 1992 y 1993, destruyendo 350 poblados, causando la muerte de más de 900 personas y convirtiendo a unos 100.000 kukis en refugiados.

– Timothy McVeigh, el terrorista nacional más famoso de Estados Unidos, estaba obsesionado con el grupo escindido de los Adventistas del Séptimo Día conocidos como los “Davidianos”, que se resistieron a un ataque de la ATF en su ciudadela en el Monte Carmelo en 1993. Viajó a Waco, Texas durante el tiroteo de Waco y apoyó fuertemente a los extremistas religiosos que participaron en le. Dos años más tarde, detonó una bomba en el edificio federal Alfred P. Murrah en Oklahoma City, matando a ciento sesenta y ocho personas, entre ellas diecinueve niños, e hirió a otras 648.

Los anti-balaka en la República Centroafricana, responsables de masacres y otras atrocidades en contra de la población islámica entre 2013 y 2014, viéndose muchos musulmanes obligados a huir del país a fin de salvar la vida.

La masacre o tiroteo de la iglesia de Charleston fue un suceso que tuvo lugar el miércoles 17 de junio de 2015 en la Iglesia Metodista Episcopal Africana Emanuel, en Charleston, Carolina del Sur. Dicha iglesia es uno de los templos más antiguos de Estados Unidos siendo a la par parte importante en la historia de los derechos civiles. Ese día un joven accedió al templo y empezó a disparar contra los fieles cobrándose nueve vidas (incluido el Reverendo y Senador: Clementa C. Pinckney) y un herido.

La «limpieza étnica» de los musulmanes rohingya continúa produciéndose en Birmania, según ha denunciado el subsecretario de Derechos Humanos de la ONU, Andrew Gilmour, que ha realizado una visita a los campos de refugiados en Bangladesh, hasta donde han llegado unos 680.000 rohingya desde el pasado agosto (2018).

– Según la Federación Nacional del Aborto, se han producido 17 intentos de asesinato, 383 amenazas de muerte, 153 incidentes de asalto o agresión, 13 heridos, 100 ataques con ácido butírico, 373 invasiones físicas, 41 atentados, 655 amenazas de ántrax, y 3 secuestros cometidos en contra de quienes realizan abortos desde 1977.

Grupos extremistas judíos cada vez más violentos contra Israel y palestinos.

Estas son, por desgracia, algunas muestras que corroboran cómo todas las religiones e ideologías pueden ser usadas como excusa para recurrir a la violencia. Todos estos asesinos y terroristas que hemos mencionado dijeron actuar en nombre de su religión, y sin embargo, no se culpabilizó a todos los miembros la religión que profesaban por los actos que aquellos cometieron, algo que no sucede cuando los asesinos se dicen musulmanes.

9. Prosigue “Esta lógica se encuentra en el caso de cierto número de yihadistas para quienes la muerte será una liberación: creen que la vida en la Tierra no es posible y que no tienen “ningún lugar en ella”, como ha dicho Jaled Kelkal, entrevistado por el sociólogo Dietmar Loch, que ha realizado encuestas en los barrios periféricos de Lyon, antes de su huida en brazos del terrorismo.”

Veamos a qué entrevista se refiere Wieviorka (sin enlazar) a la que alude en dos ocasiones en pretérito perfecto:

La entrevista mencionada se realizó el 3 de octubre de 1992, hace 25 años, y se publicó en 1995, días después de que el entrevistado Khaled Kelkal fuese abatido por la policía el 29 de septiembre de 1995.

No dudamos del valor que pudo tener en su día este trabajo, pero como hemos comentado en el punto cinco, el fenómeno de la radicalización varía, así como el perfil del terrorista y los factores que la generan.

El terrorista entrevistado Khaled Kelkal no pertenecía a grupos terroristas activos hoy en día. Pertenecía a la GIA, un grupo terrorista con vínculos en Argelia y cuya última acción data de 1999, hace 19 años, como se desprende de la siguiente imagen. También destacamos que entre las víctimas del entonces grupo armado también había musulmanes e incluso un imán asesinado en su mezquita.

En este sentido, animamos a las personas que trabajen con este tema sumamente sensible, a estar al día para poder entender y abordar el problema correctamente sin caer en la distracción del pretexto religioso que ha hecho perder mucho tiempo como han demostrado los eventos y estudios de los últimos años.

En la última frase de este párrafo (“como ha dicho Jaled Kelkal, entrevistado por el sociólogo Dietmar Loch, que ha realizado encuestas en los barrios periféricos de Lyon, antes de su huida en brazos del terrorismo.”) no se entiende si quien ha huido en brazos del terrorismo es el Khaled Kelakal o Dietmar Loch. Al no aportar enlaces o fuentes difícilmente podrá el lector adivinar quién protagoniza esa huida. No encontramos ningún dato que vincule al sociólogo con actividades terroristas por lo que entendemos que el sujeto de la acción es el entrevistado.

10. Termina el párrafo añadiendo: “Sin la fe religiosa, sin la promesa de que después de la muerte llegará el paraíso, donde podrán desflorar a 72 vírgenes y donde la leche, la miel, el vino brotarán incluso a chorros, el tránsito a la acción es indudablemente más difícil” sin aportar enlaces o fuentes que validen estas afirmaciones desde los textos sagrados.

Resulta cuanto menos absurdo pensar que personas decidan matar y quitarse la vida para disfrutar de placeres que están disponibles en la tierra.

Veamos con quién entran los musulmanes y las musulmanas en el “paraíso” según el Corán (cuando no se contravienen los textos sagrados matando a inocentes o cometiendo suicidio, por ejemplo):

11. Prosigue con el tema estrella de muchos artículos islamófobos que no es otro que las mujeres: “Consideremos ahora el caso de las muchachas venidas de Europa para participar en la yihad en Siria… En su discurso, Dios está menos presente que en el de los hombres. Quieren vivir, no hablan de infligirse la muerte… Lo que, en contraste, permite comprender mejor el papel decisivo de la religión en el terrorismo islamista.”.

El autor determina que las mujeres citadas ni se suicidan ni parecen tener mucha fe, datos cuya procedencia desconocemos (especialmente la escasez de fe) ya que omite una fuente si es que la tiene. Recomendamos nuevamente la lectura del primer informe adjunto en este análisis.

Con esta afirmación: “Lo que, en contraste, permite comprender mejor el papel decisivo de la religión en el terrorismo islamista” vuelve a poner la religión en el centro del horror para poder ser publicado y estigmatizar nada menos que a 1.500 de millones de personas que profesan el islam.

12. El uso del término yihad es incorrecto tal y como denunciaron académicos arabistas: “en occidente la concepción del término yihad, que no implica una obligación de defender al islam mediante la violencia, es sesgada y errónea” en la publicación «La yihad no es guerra, y mucho menos santa«.

13. Termina rematando lo anterior: “La radicalización puede no ser religiosa, sino surgir al final de un proceso, pero en el momento del tránsito al acto necesita convicciones religiosas. Es posible que sea necesario matizar este razonamiento, pero una cuestión parece segura: la religión no es un elemento secundario que venga a apoyar la radicalización; es decisiva. Lo cual complica la tarea de quienes se encargan de desradicalizar a los yihadistas.”

Para el autor solo los “yihadistas” tienen religión, no sus miles de víctimas, ni los musulmanes que siguen sus textos sagrados.

Veamos algunas organizaciones de pretexto religioso:

Estos datos, que están al alcance de cualquiera, junto con lo explicado en el punto ocho del presente análisis, deberían ser suficientes para entender que el terror no tiene religión.

 

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