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Tribunal ruso sentencia personas musulmanas de Crimea a penas de cárcel por activistas

Artículo original publicado en Al Jazeera.com por Mansur Mirovalev. Publicado el 12 de mayo de 2022

Kiev, Ucrania Un tribunal militar ruso ha sentenciado a cinco hombres musulmanes de la anexada Crimea a hasta 14 años en la cárcel por presunta pertenencia a una organización «islamista», según informó un miembro de la comunidad a Al Jazeera.

La decisión del jueves parece continuar la presión perenne de Moscú sobre las personas tártaras de Crimea, una minoría musulmana que una vez dominó la península del Mar Negro y resistió ferozmente la anexión de 2014.

Docenas de hombres tártaros están esperando juicio o ya han sido sentenciados, y casi 200 niños se han quedado «sin padre», aseguran líderes comunitarios.

El Tribunal Militar del Distrito Sur en la ciudad suroeste de Rostov-on-Don el jueves sentenció Bilyal Adilov a 14 años en la cárcel, mientras Izzet Abdullaev, Tofik Abdulgaziev, Vladlen Abdulkadyrov y Mejit Abdurakhmanov recibieron sentencias de 12 años, informó la activista Mumine Salieva Al Jazeera.

Los hombres fueron acusados de ser miembros de Hizb-ut Tahrir, una organización que aboga por una restauración pacífica de un califato musulmán.  Opera libremente en Ucrania pero está prohibida en Rusia calificada como grupo «extremista».

Saliyeva dijo que el Kremlin instruye específicamente a los tribunales para que no hagan pública la información oficial sobre las sentencias. Mientras los acusados esperan juicio durante años.

«Los medios de comunicación rusos no escriben sobre ello, y el tribunal no libera [la información] que entregan a los abogados», aseguró una madre de cuatro a Al Jazeera. Su esposo, Seyran Saliev, un guía turístico y luchador aficionado, fue detenido en 2017 y ha sido retenido en un centro de detención provisional con otros 22 hombres musulmanes. Se enfrentan a hasta 20 años en la cárcel por supuesta pertenencia a una «organización terrorista».

Miles de personas tártaras que viven fuera de Crimea también se enfrentan a nuevas amenazas después del inicio de la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero. Fuerzas rusas fueron acusadas de presionar a una activista tártara en la ocupada ciudad del sur, Melitopol, en marzo.Algunos exiliados tártaros se han ofrecido para luchar contra los rusos.

 

Encarcelamiento y desplazamiento

Desde 2014, tres docenas de tártaros musulmanes han sido sentenciados a largas condenas de prisión, 17 solo este mismo año, dijo Saliyeva. Un total de 197 niños tártaros están «sin padre» como resultado, añadió. Ella y otras esposas de musulmanes encarcelados llevan a sus hijos a clases de arte, juegan y van de excursión a lugares relacionados con la historia tártara.  Los niños también tienen sesiones con psicólogos. «En las vacaciones de primavera, [otras] familias tártaras les han invitado a sus hogares», dijo Salieva, describiendo un espíritu de comunidad.

Mientras tanto, cientos de otras activistas musulmanas y seculares han huido de Crimea a Ucrania, Turquía u otras naciones, temiendo la represión.

Las autoridades rusas siguen el mismo patrón de Chechenia y otras regiones donde persiguen a personas musulmanas pacificas, según denuncian observadores. «Algo parecido pasó en Chechenia antes del inicio de la segunda guerra chechena [en 1999], cuando los medios [rusos] activamente crearon una imagen de un ‘pueblo terrorista’», Zair Smedlyaev, líder de la comunidad, dijo a Al Jazeera en 2018.

Los tártaros de Crimea han sido desplazados y perseguidos durante varios episodios en la Historia. El líder soviético Josef Stalin deportó a toda la comunidad tártara de Crimea de la península del Mar Negro en 1944, acusándola de «colaborar» con los nazis alemanes. Fueron llevados a Asia central y a los montes Urales en vagones de ganado, muriendo la mitad por el camino. «Durante las paradas los soldados gritaban: “¿Hay muertos? ¡Sácales!”» recordaba a Al Jazeera en 2018 Nuri Emirvaliyev, experto jubilado en irrigación, que tenía 10 años durante la deportación, un viaje de dos meses que su familia hizo al Uzbekistán soviético.

Las personas tártaras protestaron la deportación durante décadas, y solo el último líder soviético, Mikhail Gorbachev, les dejó volver a Crimea, sin ninguna compensación por las propiedades y familiares perdidos.

En la Ucrania pos-soviética, las personas tártaras siguieron sufriendo la discriminación y fueron virtualmente vetados para puestos en el gobierno y la policía. A pesar de ello, se pusieron de lado de Kiev durante la anexión en 2014.

Activistas tártaras usaron aplicaciones móviles para informar de forma instantánea a la opinión pública del movimiento de las tropas rusas y los vehículos blindados, impidiendo que entraran en sus barrios. El Kremlin respondió con una campaña de intimidación, secuestros y persecución. Varios hombres tártaros han desaparecido siendo testigos vecinos suyos como algunos fueron forzados a subirse en coches sin matrículas empujados por hombres corpulentos.

Sus familias perdieron la esperanza.

«Nadie va a ayudarnos, él ya no existe», declaró Elmira Zinetdinova, cuyo hijo Seyran desapareció de camino a casa en 2014, a Al Jazeera. Ella murió de cáncer en 2017, sin verlo en esos tres años.

En años más recientes, el Kremlin también ha estado intentando reformar, prohibir o suprimir la identidad cultural de las personas tártaras, reduciendo la enseñanza en escuelas públicas tártaras, arrasando o volviendo a construir sus sitios históricos.

 

Artículo traducido del inglés por Bethany Sullivan en el marco de unas prácticas curriculares realizadas en virtud de un acuerdo de la Fundación Al Fanar para el Conocimiento Árabe y el Máster Universitario en Traducción Profesional de la Universidad de Granada. 

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