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Sunníes y chiíes

La división de los musulmanes entre sunníes y chiíes es tan vieja como moderna. Vieja porque se remonta a las luchas fratricidas por la herencia espiritual y política de Mahoma a los pocos años de su muerte (acaecida en 632 d. C.). Y moderna porque es a finales del siglo XX cuando se recruce encarnada en la tensión entre Arabia Saudí e Irán, las dos grandes potencias de Oriente Próximo que se alzan como valedoras de sunníes y chiíes, respectivamente.

Los sunníes dicen seguir el modelo de Mahoma (conocido como ‘sunna’, de donde viene su nombre), basado en el conjunto de las tradiciones (hadices) que dan cuenta del proceder del Profeta. A partir de ellas y del Corán han forjado un sistema doctrinal en el que toma cuerpo la sharía, el camino que ha de seguir el musulmán. Lejos de ser monolítica, en la Sunna conviven varias escuelas jurídico-doctrinales (sharía). Cabe destacar en lo político que el califa sería su dirigente ideal, figura que de una forma u otra pervivió hasta la I Guerra Mundial y vehiculó cierta conciencia de unidad islámica.

Por su parte, los chiíes alegan que la sunna del Profeta, que en cuanto modelo no rechazan, se desvirtuó por intereses espurios de las élites de La Meca, que no querían que el potencial emancipador del legado de Mahoma tuviera continuidad en su familia más próxima, su primo y yerno Ali y sus nietos Hasan y Husein (el nombre ‘chií’ significa ‘partidario’ de Ali). Con los chiíes, otra forma de transmisión profética siguió abierta, y dio lugar a una tradición doctrinal y jurídica diversa y compleja. Los hombres de religión tuvieron un papel determinante en la gestión de los asuntos de las comunidades chiíes, de ahí la preeminencia actual de imames y ayatolaes.
Hasta hace escasas décadas, el musulmán común no tenía una conciencia clara de su pertenencia sunní o chií, algo que está cambiando rápido. La división entre ambos grupos se ahonda al ritmo de los enfrentamientos políticos que se sirven de la polarización sectaria, para lo cual se recrean nuevas identidades alejadas de las diferencias doctrinales originarias.

En términos demográficos, los sunníes serían abrumadoramente mayoritarios, cerca del 85% de los musulmanes, mientras que los chiíes rondarían el 15% . Un 1% quedaría para un tercer grupo, el de los jariyíes, que surgió entre quienes se abstuvieron de tomar partido en la disputa primitiva entre sunníes y chiíes y optaron por una visión del islam que hoy llamaríamos más ‘libertaria’. En cuanto al reparto geográfico, Irán, Irak, Bahrein, Yemen y Líbano albergan el grueso de la población chií, con importantes comunidades también en Azerbaiyán, Afganistán, Pakistán e India.

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