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Análisis de “Mezquita de la Sagrada Familia”

ARTÍCULO:

“Mezquita de la Sagrada Familia”

Alfonso Rojo, La Razón, 28 de noviembre de 2017.

 

ANÁLISIS:

1. Uso de titular sensacionalista, estigmatizador y dramático que presenta a las personas musulmanas como invasoras y expoliadoras, concepto que se repite en la última frase del texto.

Son numerosos los ejemplos de iglesias centenarias en países de mayoría musulmana, en los que son cuidadas y apreciadas, además de visitadas los domingos por los feligreses cristianos. Aquí les ofrecemos algunos ejemplos:

Iglesias en Marruecos, Iglesias en Jordania, Iglesias en Malasia, Iglesias en Dubai, Iglesias en Egipto

Podríamos aportar información al respecto de  más de cincuenta países. Esta sencilla búsqueda se puede realizar a través de Wikipedia, pero también de Tripadvisor, un buscador que además aporta información de interés turístico y patrimonial de cada oratorio. Ponemos como ejemplo la búsqueda de las Iglesias en Túnez.

Las personas musulmanas y cristianas conviven pacíficamente desde hace siglos en muchos de estos países sin que sus iglesias o catedrales hayan sido reconvertidas en mezquitas o expropiadas por instituciones islámicas.

Cabe recordar que templos de todas las confesiones han sido destruidos a lo largo de la historia por guerras y contextos bélicos y que una práctica muy extendida ha sido la de reutilizar un espacio considerado sagrado por una religión previa. Ponemos como ejemplo la Mezquita de Córdoba, Santa Sofía de Estambul, la Gran Mezquita Omeya de Damasco, etcétera.

2. El artículo vuelve a instrumentalizar a las personas o comunidades musulmanas desde el titular para luego abordar en el cuerpo del artículo un tema completamente diferente, en este caso el de la situación política en Cataluña. El autor justifica el titular islamófobo a partir del noveno párrafo.

La lógica que sigue el autor del artículo para mezclar una cuestión política y otra demográfica que no tienen nada que ver, no es otra que la de usar dos cuestiones abordadas con negatividad por muchos sectores de la prensa y de la política y seguir polemizando y creando opinión negativa al respecto.

3. En el octavo párrafo ya introduce una afirmación xenófoba: “Comenté que tenía impresión de que sus hijos y los míos -ambos tenemos tres cada uno- eran mucho más parecidos, tenían gustos más comunes y visiones del mundo más similares, que las que pueden tener los chavales de Pedralbes y los de un barrio saturado de marroquíes como el Raval.” Esta afirmación innecesaria y exagerada tiene más que ver con la desigualdad social entre barrios de una ciudad que con el origen que el autor atribuye a los chavales o a los padres de los chavales aludidos. Nos preguntamos en qué datos se basa para saber si los “chavales” son marroquíes, pakistaníes o españoles, por ejemplo. También resaltamos que Rojo no opta por describir el Raval como un barrio “lleno” de marroquíes sino que elige muy malintencionadamente el adjetivo “saturado”.

Esa “saturación” a la que se refiere este escritor queda desmontada por el último padrón municipal de habitantes extranjeros según el cual, la población de origen marroquí supone solo un 20,66% del total de la población extranjera de Cataluña. Y hacemos hincapié en que ese porcentaje se refiere a la población extranjera, no al cómputo total de habitantes de Cataluña.

Veamos ahora qué dice la fuente a la que hace alusión el autor, la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE).

4. Prosigue: “Hace quince años, había 300.000 musulmanes en Cataluña. Hoy, según el censo de la Unión de Comunidades Islámicas, hay oficialmente 515.482, más que votantes de la CUP, más que votantes de Podemos, más que votantes del PP, tantos como votantes tuvo el PSC en las últimas elecciones autonómicas.” Nótese que aporta una cifra inexacta, como hemos visto en el punto anterior en el que desde la UCIDE advierten: “con los datos estadísticos de habitantes y religión es por nacionalidad, podemos establecer, en cifras redondas, unos porcentajes aproximativos que nos acercan y dan una idea de la proporcionalidad entre musulmanes y población general.” Parece ser aproximativo y no “oficialmente 515.482”.

5. El señor Rojo confunde “marroquí” con “musulmán” con “español”. Veamos cómo está compuesta esa cifra aproximada en la fuente citada por el autor:

Según estos datos, existe una población nacional y musulmana, algo que el autor no parece querer visibilizar, convirtiendo todo lo musulmán en marroquí y fomentando la extranjerización de las personas musulmanas que han nacido en España y/o son españolas (aunque algunas tengan origen marroquí).

Como se puede apreciar, hay muchas personas musulmanas que llevan votando desde que cumplieron la mayoría de edad. Se puede ser musulmán y votar a la CUP, a Podemos, al PP o al PSC, exactamente igual que las personas cristianas o ateas. El derecho a la libertad de culto y el derecho a ejercer el voto no son incompatibles.

5. Ese párrafo termina con una frase con la que Rojo quiere seguir creando alarma: “Y un tercio tiene ya derecho a voto”. Y efectivamente, tienen derecho a voto o porque son españoles o son inmigrantes y así lo estipulan la Constitución y los Estatutos de Autonomía.

6. En el último párrafo vuelve a mezclar su opinión sobre la política de Cataluña con el islam, pero esta vez introduce un tercer actor que es la iglesia católica: “Suerte han tenido el obispo de Solsona y los 400 curas del manifiesto independentista que a Puigdemont y compinches no les haya salido el plan de montar la República Catalana, porque a este ritmo, de haberlos dejado solos, en veinte años no sólo hubieran estado fuera de la UE sino también con la Sagrada Familia convertida en mezquita.” El autor  busca la manera de fabricar un “choque de religiones”, no solo hablando de la conversión de una iglesia, que es símbolo de Barcelona, en mezquita sino incluyendo en el texto a obispos y curas innecesariamente. De este modo no sólo ignora su propia fuente sino también los esfuerzos interreligiosos que se realizan desde los organismos representantes de las numerosas confesiones religiosas registradas en el Estado español.

 

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